viernes, 26 de agosto de 2011

besos...

Hay besos que quitan cualquier rencor, cualquier sentimiento de rabia, frustración. ¿Cuántas veces, en un momento de rabia, por mucho coraje que nos cause, nos dan un beso, sea en los labios, o en la mejilla, y toda preocupación, toda rabia se esfuma como si no hubiese pasado nada, como si cualquier problema que tenemos desaparece?
Subestimamos el poder que puede llegar a tener un beso, sí, un simple beso, ese mejor regalo que cualquier persona nos puede hacer y recién salido de la mejor fábrica que puede haber en este mundo, lleno de conflictos y peleas, como lo es el corazón, la parte más noble, pura de una persona, la única parte de nosotros mismo que nos identifica, lo que nos dice qué somos y cómo somos.
Un beso, incluso, no tiene porque ser físico, sino de lejos, porque aunque no creáis que sea cierto, con una mirada, también somos capaces de darlos, y a veces, tienen más fuerza y más significado, que los que damos con nuestros labios.
Hace mucho que no siento un beso de esos, uno de esos que lo curan todo, incluso las heridas del corazón.

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